Cuando hace un par de días miré mi agenda para ver mi cita hoy con mi médico internista, vi que hoy era san Eduardo y que por tanto, habríamos de felicitar a nuestro nieto mayor. Pero mi esposa me dijo que lo celebraban en otro san Eduardo. Sin embargo yo estaba en lo cierto, era hoy, como lo pudimos ver cuando nuestra hija nos mostró una fotografía de nuestro nieto mayor (nueve añazos) a las 9:01 de la mañana, yo a punto de marchar al Hospital Universitario HM Sanchinarro, que mira que tiene un nombre complicadito.
El tiempo esta mañana aconsejaba coger el paraguas, pero no me fue necesario en absoluto. En otra ocasión llevaré uno plegable, es más cómodo, sobre todo si vas leyendo el periódico en la tableta electrónica que llevas en la cartera donde cabe perfectamente el paraguas además del libro que traía para leer en el trayecto de vuelta.
A las 12:05 ya estaba de vuelta en el metro ligero, donde hice esta fotografía que espero mi hija le haya enseñado al menor de nuestros nietos, Daniel, a quien le encantan los trenes.
Es la primera vez que utilizo el metro ligero y he de decir que, para mi, ha resultado una experiencia desconcertante y entrañable.
Cuando estuve de vuelta en casa, el tiempo había cambiado respecto al de primera hora de la mañana. Concretamente, a las 15:19:45, desde mi ventana, tenía esta pinta:
El caso es que al poco ha llegado mi esposa y me ha propuesto salir a hacer un par de compras que nos interesaban a ambos y hemos llegado satisfechos a casa.
Ahora falta ver qué tal queda este procedimiento de edición y me declararía el hombre más feliz del mundo si me resulta útil. Veamos, porque ya se me está haciendo tarde.
Bueno, no ha estado mal.